domingo, 14 de noviembre de 2010

El libro de los gatos

Imaginaria Nº 281 | Reseñas de libros | 9/11/10 | 3 comentarios
El libro de los gatos
Antología
Selección y prólogo de Liliana García Carril.
Buenos Aires, Editorial Bajo la luna, 2008. Colección Poesía.


por Raúl Tamargo
“lo que dicen de los gatos
es verdadero
nosotros somos de ellos
y no lo contrario.”


Con estos cuatro versos concluye el poema “El gato se fue”, de la brasileña Angélica Freitas, y se cierra la antología El libro de los gatos. Es posible ver en ellos una respuesta a la pregunta sobre las razones por las que se encara la tarea de compilar poemas escritos a lo largo de los siglos y en diversas latitudes cuyo eje temático es ese animal domesticado a medias. Alrededor de la idea que encierran (toda una síntesis de subversión) giran la mayoría de los trabajos seleccionados, no obstante la declaración de arbitrariedad que anuncia el prólogo.

El libro presenta poemas con variadísimas propuestas estéticas y está fuertemente estructurado en dos partes. La primera de ellas, “Gatos de por acá”, reúne textos de treinta y cuatro autores, escritos originalmente en castellano. Buena parte de esos autores son argentinos (Jorge Luis Borges, Joaquín O. Giannuzzi, Hugo Padeletti, Diana Bellessi,…), pero también los hay de otros países de América Latina (Nicanor Parra, José Lezama Lima, Ernesto Cardenal,…) y España (Eli Tolaretxipi, Miguel Casado, Olvido García Valdés,…).

La segunda parte, “Versiones de gatos”, compila poemas de veintinueve autores de distintos orígenes, todos de lenguas extranjeras. Es de destacar la decisión editorial de incluir, en todos los casos, el texto original en páginas enfrentadas con la versión en castellano, así como también el nombre del traductor o del autor de la versión en nuestra lengua. John Keats, Charles Baudelaire, Guillaume Apollinaire, William B. Yeats, Ezra Pound, Fernando Pessoa, T.S. Eliot, Lawrence Ferlinghetti, son algunos de los autores elegidos; Mirta Rosenberg, Marcelo Cohen y la compiladora, algunos de los traductores.

Las dos partes están ordenadas cronológicamente según el año de nacimiento del autor, de manera que la lectura que propone el ordenamiento remonta al lector al siglo IX (poema anónimo irlandés) y lo abandona en la actualidad (A. Freitas, obra citada). En el caso de la primera parte, el circuito comienza en Borges y termina en Leonor Silvestri.

El recorrido incluye desde los rasgos salvajes del gato (1) hasta su aspecto más doméstico (2); desde el animal como excusa para el interrogante filosófico (3) hasta el dolor intenso de una niña que ha perdido a su pájaro bajo las garras de un gato (4); desde la mueca humorística (5) hasta la presentación despojada de un entierro (6); desde un gato que se pasea por el cerebro de Baudelaire (7) hasta uno al que Pound le proporciona voz (8); desde la rima de “Pangur Bán” (9) hasta el caligrama de “Diamante corta diamante” (10).

El trayecto de la lectura permite también el descubrimiento de ciertos diálogos entre poemas. En “El gato como voluntad y representación”, Beatriz Vignoli ubica al animal frente al espejo, procedimiento similar al que realiza Borges con su “Beppo”. Bombalurina (11) es el nombre de una gata que reflexiona, entre otras cosas, sobre los nombres de los gatos. Más adelante encontraremos a Eliot hablando acerca del mismo tema y a Bombalurina dentro de la serie de nombres que el poeta propone (12).

En el prólogo, Liliana García Carril explica que su trabajo se origina a partir de la lectura (y sus continuas relecturas) de un poema de Wislawa Szymborska (13) titulado “Un gato en una casa vacía”. Presenta solo los tres primeros versos (14), siembra incertidumbre acerca de la traducción e incluso sugiere la idea de que los está recordando y no transcribiendo, toda vez que asegura que los versos en cuestión “dicen algo más o menos así”. Para acrecentar la perplejidad, el poema no está incluido en la selección.

Ese juego abierto por la poeta-prologuista establece un paralelo entre el carácter elusivo de gatos y poema, pero además cumple con uno de los rasgos virtuosos de toda buena antología: el de estimular en el lector la búsqueda de nuevas lecturas. Es posible que El libro de los gatos promueva la pesquisa de otras obras de los autores incluidos en el libro y (si el lector no es de los que se saltean los prólogos), por supuesto, también del poema “perdido” de la poeta polaca.


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Notas


(1) (…) “¿cuántos ratones y cuántas ratas aniquilaste en tus tiempos? / (…) cuéntame las agarradas / que tuviste con lauchas, pescados y polluelos.” John Keats, “A la gata de Mrs. Reynolds”, pág. 91.

(2) “Los castrados / de departamento, a cada rato / maúllan exigiendo su comida. / (…) Un día / es una línea interminable / que algunos gatos cortan con Purina.” Paula Jiménez, “Mascotas”, pág. 73.

(3) “Beppo”, de Jorge Luis Borges, pág. 21.

(4) “El gato y el pájaro”, de Jacques Prévert, pág. 133.

(5) “Gato chino”, de Edwin G. Morgan, pág. 151.

(6) “Era un día gélido. / Enterramos al gato, / luego llevamos la caja / al patio de atrás / y la quemamos. / Las pulgas que lograron escapar / de la tierra y del fuego, / el frío las mató.” William Carlos Williams, “Destrucción completa”, pág. 109.

(7) “El gato”, de Charles Baudelaire, pág. 93.

(8) “Gato manso”, de Ezra Pound, pág. 111.

(9) “Pangur Bán”, poema anónimo irlandés, pág 85.

(10) “Diamante corta diamante”, de Ewart Milne, pág. 139.

(11) “Bombalurina”, de Germán Carrasco, pág. 74.

(12) “El nombre de los gatos”, de Tomas S. Eliot, pág. 121.

(13) Poeta polaca, nacida en 1923. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1996.

(14) “Morir, eso no se le hace a un gato. / Porque, qué puede hacer un gato / en una casa vacía”. (Pág. 15).